Chavín de Huántar y el regreso a la paz

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Chavín de Huántar
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ALBERTO FUJIMORI AFRONTÓ UN DIFÍCIL RETO CON LA TOMA DE LA EMBAJADA NIPONA EN LIMA POR EL MRTA

  • Cómo se gestó el operativo más espectacular de los últimos años.

Testimonio del propio exmandatario sobre los entretelones de la operación militar.

“Yo me encontraba en mi despacho, viendo unos asuntos pendientes cuando entra una llamada súbita “Señor presidente, se trata de un asalto en la residencia del embajador del Japón”. Mi hermano y mi madre están al interior de la residencia y había más de 500 invitados. Había que mantener la calma”, subrayó el expresidente Alberto Fujimori recordando aquella fatídica noche del 17 de diciembre de 1996, cuando un grupo de 14 miembros del MRTA irrumpió en la residencia del embajador de Japón en el distrito de San Isidro, Lima.

Este hecho coincidió con la celebración del 63 aniversario del Emperador de Japón, Akihito, y reunió alrededor de una cifra oficial de 800 personas que fueron tomadas como rehenes.

Una explosión muy fuerte se escuchó en aquella vivienda y entre el humo y polvo fueron apareciendo poco a poco las siluetas armadas de los terroristas.

17 de diciembre de 1996, cuando un grupo de 14 miembros del MRTA irrumpió en la residencia del embajador de Japón en el distrito de San Isidro, Lima.
17 de diciembre de 1996, cuando un grupo de 14 miembros del MRTA irrumpió en la residencia del embajador de Japón en el distrito de San Isidro, Lima.

Los primeros en salir de la embajada fueron el personal de trabajadores y las mujeres, incluida la madre del mandatario. Era obvio que el cabecilla Néstor Cerpa Cartolini y sus secuaces no se habían percatado de la presencia de la progenitora del expresidente.
Mi madre ahí, siendo liberada, fue para mí un gran alivio porque no sabíamos cómo iban a reaccionar los del MRTA sobre ella”, contó el ingeniero.

Tras la irrupción, el presidente, Vladimiro Montesinos, asesores y altos mandos de las Fuerzas Armadas se atrincheraron en la sede del extinto Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) para planear el plan de rescate. Fujimori ya había dado la orden de no ‘negociar’ con los terroristas momentos antes que el mismo Cerpa Cartolini solicitara cambios en la política carcelaria y la liberación de más de 400 presos vinculados al MRTA.

Nuevamente Fujimori, como hace 4 años atrás con la captura de Abimael Guzmán, se enfrentaba con la gran responsabilidad de reducir al cabecilla de aquella asonada: Néstor Cerpa.

Sin dejar cabos sueltos

A medida que avanzaban las conversaciones y liberaciones parciales, se produjeron intercambios de comunicados y propuestas entre ambas partes.
Las semanas pasaban y el terror no cesaba. En el punto más álgido de la crisis, el 6 de marzo de 1997, las negociaciones se interrumpieron cuando el MRTA denunció la excavación de túneles por parte de la policía debajo de la residencia.

Los preparativos para la operación fueron minuciosos y secretos. El almirante Luis Giampietri, uno de los rehenes, recibió instrucciones clandestinas y una radio para comunicarse con los demás secuestrados. Además, se ideó un plan para que los rehenes vistieran prendas de colores claros, facilitando así su identificación entre los insurgentes en caso de una confrontación.

La tecnología desempeñó un papel crucial en el éxito de la operación. Dispositivos de alta tecnología, camuflados en objetos cotidianos, fueron introducidos en la residencia para espiar a los secuestradores. Esta inteligencia permitió a los comandos peruanos conocer las rutinas y vulnerabilidades del MRTA, incluida su práctica de fútbol diaria, que se convirtió en un punto clave para planificar el futuro asalto.

“Nosotros confiamos en nuestra capacidad y nuestro entrenamiento, pero siempre había nerviosismo, sobre todo entre los más jóvenes. Tenía una amistad muy estrecha con Juan Valer, fue mi amigo y bueno, éramos los que poníamos un poco la chacota en el grupo”, indicó el comando Chavín de Huántar, Carlos Tello Aliaga.
Yo estuve a cargo de la activación de las cargas subterráneas para el inicio de la operación”, recalcó Tello Aliaga.

 

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En un sueño

“¿Qué ocurre si las negociaciones fracasan? Se corre el riesgo de perder las vidas de personas inocentes. Desde el primer momento yo tuve en mente que debería tener un plan alternativo, pero ¿por dónde podemos entrar sin que seamos sorprendidos por los emerretistas? El racionamiento lógico me dice: bueno, “por el subsuelo””, contó el ingeniero precisando cómo se optó por dicha metodología militar.

Ya con el tema de la intervención militar aprobada, se tenía que armar la misma. “La propuesta inicial de una operación militar convencional, presentada por tres competentes coroneles, auguraba la posibilidad de dejar un saldo trágico de hasta 20 rehenes fallecidos. Eso era inaceptable”, reveló el ingeniero años después.

Es ahí donde, según Fujimori, en un sueño revelador se le presentó las complejas galerías del sitio arqueológico de Chavín de Huántar (Región Ancash).
“Recuerdo claramente cómo en un sueño se me revelaron los túneles de Chavín de Huántar. En ese momento comprendí que no podíamos limitarnos a las paredes de la residencia, debíamos explorar nuevas vías debajo del suelo. Así comenzó la planificación y construcción anticipada de lo que sería nuestra ruta hacia la libertad”, acotó.

En enero de 1997, un grupo de 24 obreros fue seleccionado para trabajar en turnos rotativos de 24 horas para poder avanzar, de metro en metro, y construir los túneles por donde ingresaron los comandos de las Fuerzas Armadas a rescatar a los 72 rehenes de la organización terrorista. De los 24 mineros, cinco ya fallecieron.

Escape a la libertad

“Yo llamo a Montesinos y les explico, no una operación de tipo militar, sino utilizar estas técnicas de ingeniería y ahí colocar los explosivos y sorprender a los terroristas”, cuenta Fujimori sobre los últimos detalles que se terminan por afinar previo al asalto del 22 de abril de 1997.

Desde tempranas horas del 22 de abril, 140 comandos repartidos en grupos en lugares estratégicos de la embajada nipona escuchan la orden del presidente: “Procedan, procedan”.

A las 2:25 pm, tras una explosión en la puerta principal de la embajada, los valerosos soldados ingresan y acaban con la vida de todos los terroristas, incluyendo la de Cerpa Cartolini. Lastimosamente se perdió de vida de dos secuestrados.

Horas después, las cámaras de televisión captaron al presidente subir las escaleras de la residencia observando los cadáveres de los terroristas. El ‘Chino’, nuevamente, había triunfado sobre las huestes emerretistas.