Volver al trabajo o salir a las calles después de más de 100 días de confinamiento para adaptarse a la nueva normalidad, puede resultar complicado para muchas personas que experimentarán sentimiento de temor y síntomas de ansiedad en las primeras semanas, advirtió la psicóloga Jacqueline Valdivieso Haro, del Instituto Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa).
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La especialista señaló que esta situación conocida también como ‘síndrome de la cabaña’ es una reacción natural frente al peligro y es frecuente en personas solas o que han vivido en espacios controlados; en particular, puede presentarse en adultos mayores y en personas que presentaron cuadros de ansiedad previos a la pandemia.
Este síndrome implica temor al salir de la zona que la persona considera segura, por lo que puede manifestar síntomas de ansiedad en diversas intensidades: presión en el pecho, agitación o tensión muscular; respiración acelerada, sudoración, problemas de alimentación, falta de sueño o tendencia a dormir más.
Asimismo, puede ir acompañado con un comportamiento de tipo cognitivo o emocional. En lo emocional puede manifestarse el miedo a contagiarse, en lo cognitivo el pensamiento persistente al contagio, lo que llevará a conductas tenaces como evitar espacios aglomerados o con muchas personas.
Miedo a los extraños
Además de convertirnos en jueces más estrictos entre las personas dentro de nuestro grupo social, la amenaza de enfermedad también puede hacernos desconfiar más de los extraños.
Tanto en los perfiles de internet como en las reuniones cara a cara, Natsumi Sawada, de la Universidad McGill, en Canadá, descubrió que formamos peores primeras impresiones de otras personas si nos sentimos vulnerables a una enfermedad.
Otras investigaciones demostraron que las personas convencionalmente menos atractivas son juzgadas negativamente , tal vez porque confundimos sus características con un signo de mala salud.
Nuestra mayor desconfianza y sospecha también dará forma a nuestras respuestas a personas de diferentes orígenes culturales. Según Schaller, esto puede surgir de esos temores sobre la no conformidad.
En el pasado, las personas fuera de nuestro grupo pueden haber sido menos propensas a observar las normas prescriptivas específicas que estaban destinadas a proteger a la población de la infección, por lo que temíamos que sin saberlo (o deliberadamente) propagarían la enfermedad.
Lidiando con covid-19
La influencia del sistema inmunológico de conducta varía de un individuo a otro. No todos se verán afectados en el mismo grado.
«Algunas personas tienen un sistema inmune conductual particularmente sensible que les hace reaccionar con demasiada intensidad a las cosas que interpretan como un posible riesgo de infección», detalla Lene Aarøe, de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.
Según varias investigaciones, esas personas ya eran más respetuosas de las normas sociales y más desconfiadas de los extraños que la persona promedio, y una mayor amenaza de una enfermedad simplemente endurece sus posiciones.
Todavía no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes, pero la teoría del sistema inmunológico de conducta ciertamente sugeriría que es probable.
Yoel Inbar, de la Universidad de Toronto, argumenta que sería un cambio relativamente moderado en la opinión general de la población, en lugar de una gran sacudida en las actitudes sociales.
El especialista encontró evidencia de cambio social durante la epidemia de ébola de 2014, que estuvo muy presente de las noticias internacionales.
En una muestra de más de 200.000 personas, las actitudes implícitas hacia los hombres homosexuales y las lesbianas parecieron disminuir ligeramente durante el brote.
«Fue un experimento natural en el que la gente leía mucho sobre las amenazas de enfermedades, y parecía que cambió un poco las actitudes«.
Recomendaciones
La psicóloga Jacqueline Valdivieso del Minsa, subrayó que la persona debe enfrentar sus miedos y empezar a salir de manera gradual, en lo que es necesario, respetando los protocolos establecidos para evitar el contagio (lavado de manos, el uso de mascarilla, distanciamiento físico).
También puede ayudarse estableciendo una rutina de horarios para las actividades y horas de sueño; practicando alguna actividad física o técnica de relajación para mitigar la ansiedad. Será clave tener una buena alimentación y contar con un soporte emocional adecuado.
En cuanto a los niños, es importante transmitir mensajes tranquilizadores, vinculados en la realidad, explicándoles la manera correcta de cuidarse.
“Adaptarse a la nueva realidad tomará algunas semanas para ciertas personas, mientras que otras tardarán más y otro grupo no presentará mayor malestar. No obstante, gestionar las emociones y los sentimientos es importante en esta nueva etapa”, acotó.