ALBERTO FUJIMORI LOGRÓ LO IMPENSADO EN 1990 AL ARRUINARLE EL TRIUNFO A MARIO VARGAS LLOSA EN PRIMERA VUELTA
- Con pancartas confeccionadas en su propia casa, el ingeniero ideó una campaña con gran aceptación entre los sectores de pobreza.
- Se montó en un pequeño tractor y recorrió las calles en busca de apoyo popular.
Eran finales de 1989 y el primer gobierno de Alan García había conducido al país al acabose social, económico y en seguridad. Suficientes elementos como para evitar una postulación y así ahorrarse una paliza electoral. Sin embargo, el Partido Aprista Peruano lanzó la candidatura del exministro Luis Alva Castro y, ante todo pronóstico, logra un respaldo popular (de mayoría aprista) lo suficiente como para pensar en un posible balotaje.
En la campaña electoral se presentó el escritor Mario Vargas Llosa con Fredemo, coalición de Derecha, y principal favorito. Luego los candidatos de izquierda como el excongresista Henry Pease, Alfonso Barrantes y el candidato de los trabajadores Roger Cáceres Velásquez.
Ante tamaña competencia, Alberto Fujimori no se amilana y decide, primero, inscribir a Cambio 90 ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) y luego participar en las elecciones. Pero la pregunta era ¿postular para Senador o a la presidencia?
En esa época, los candidatos podían postular a ambos cargos, si no se conseguía el premio mayor (presidente) había el ‘consuelo’ de ingresar al Senado. Es ahí donde el ‘Chino’ sufre su primer dilema.
El tractor
Ante los reparos de sus propios hermanos, esposa y suegros, Alberto decide optar por ambos. Lo curioso es que el ingeniero no veía factible una victoria suya para el máximo cargo público del país, pero si la posibilidad de lograr un escaño.
Para ese negocio, Fujimori había conseguido importante apoyo de pastores, empresarios y público evangélico en el país. Lo suficiente para alcanzar el escaño.
Una gran idea que le propusieron al ‘Chino’ fue la compra de un tractor y una carreta y con eso se paseó por la gran mayoría de los barrios marginales de la capital y del interior del país.
En las calles la gente le acuñó el apelativo de ‘chinito’ que, para su estrategia de campaña, era mejor que el ‘blanquito pituco’ impuesto sobre la figura de Mario Vargas Llosa.
Candidato marginal y anecdótico al comienzo de la campaña, Fujimori, con su lema de ‘Honestidad, Tecnología y Trabajo’, sus mensajes sobre la necesidad de moralizar las instituciones democráticas y de ofrecer una alternativa a los políticos y partidos tradicionales, y sus promesas de prosperidad y seguridad, apenas despertó el interés de los medios de comunicación, que le consideraron un aventurero sin más argumentos que la capacidad persuasiva de sus acentos populistas.
Alberto confeccionaba sus propios carteles de campaña en su casa con el apoyo de Susana y sus hijos, tal y como hacía su padre en la tienda de sastrería con los trajes de sus clientes. A su medida. Y con más ganas que capital, Fujimori comenzó a asomar la cabeza en las encuestas.
Como la espuma
Un mitin en la ciudad de Huancayo en 1990 fue el punto de quiebre en su campaña electoral. Con un Vargas Llosa líder con 20 puntos de diferencia sobre sus rivales, una fotografía del ingeniero ingresando a aquel mitin con su mítico tractor, significó el comienzo de su ascenso meteórico.
Esa imagen fue publicada en diversos diarios capitalinos y tuvo rebote inmediato. En los barrios marginales y pueblos jóvenes de Lima -el 60% de la capital- el candidato Alberto Fujimori había despegado en los últimos días de manera vertiginosa, desplazando en las intenciones de voto al APRA y a la izquierda. El ‘Chino’ subía como la ‘espuma’.
Debido al repunte del ingeniero y el estancamiento de Luis Alva Castro en las encuestas, el presidente Alan García Pérez decidió apoyar al ‘amigo’, al docente que hace unos años atrás le dijo que ‘No’ a una propuesta ministerial.
Ordenó apoyar logísticamente a Alberto Fujimori, además de orientarle publicidad en los medios de comunicación del Estado, así como en los canales ‘amigos’ al gobierno. Así lo detalló el mismo nobel de Literatura en su libro ‘Como pez en el agua’ (2010).
“Al regresar a Lima, en la tarde del 30 de marzo (1990), me encontré con una noticia curiosa. Nuestro equipo de seguridad había detectado una orden dada la víspera por el presidente Alan García a todas las Corporaciones Regionales de Desarrollo de que, a partir de este momento, reorientasen su apoyo logístico –transportes, comunicaciones y publicidad– de la candidatura aprista de Luis Alva Castro a la de Cambio 90. Al mismo tiempo, desde ese día todos los medios de comunicación dependientes del gobierno y afines a García –sobre todo el Canal 5, Radioprogramas [RPP], La República, Página Libre y La Crónica– comenzaron a levantar de manera sistemática una candidatura que, hasta entonces, apenas mencionaban. (…) ¿Era el candidato del chullo y el tractor un epifenómeno de Alan García?”.
El golpe del ‘Chino’
Las informaciones de la época apuntaban al interés de Alan García en apoyar a Fujimori como una forma de salvaguardar su integridad judicial y política ante la advertencia que había lanzado el escritor: en iniciar apenas sea elegido presidente una serie de investigaciones contra García y a su régimen.
El domingo 8 de abril de 1990, Alberto Fujimori alcanzaba el balotaje para la segunda vuelta con Mario Vargas Llosa. El ‘Chino’ alcanzó el 29.09% por debajo del 32.61% del novelista.
Este resultado fue una victoria para el exrector de la Universidad Agraria y una derrota agraviante para el intelectual.
Pero durante los 60 días próximos para la segunda vuelta electoral de 1990, lo mejor estaba por suceder…