Nació el 15 de septiembre de 1977 en Londres. En su hogar se respiraba arte, su mamá era artista plástica y su padre un reconocido escritor, guionista y profesor universitario. Desde que era tan solo un Niño, Tom Hardy conoció las drogas y pasión, la actuación.
FUE ADICTO A LAS DROGAS Y AHORA PREFIERE A SU FAMILIA Y SUS MASCOTAS
Con 11 años comenzó a tomar drogas. Arrancó aspirando pegamento, siguió con las drogas alucinógenas, sumó crack y por último, esa droga legalizada que es el alcohol. Quién se las suministraba, cómo las conseguía, nunca se supo.
Constantemente se metía en peleas callejeras y hasta robó un auto con un amigo. Para complicar el panorama, a los 15 años le diagnosticaron “una psicopatía menor, esquizofrénico con tendencias psicopáticas, me dijo el médico”, contó en una entrevista. “Es algo muy jodido para un adolescente. Y una etiqueta de mier**. Probablemente había fumado algo de marihuana, lo estaba pasando mal y me comporté como un idiota delante del médico. Quizá estaba asustado”, agregó
Una noche debía reunirse con el director John Woo, pero en lugar de encontrarse con él se despertó borracho en un callejón, con un desconocido durmiendo desnudo a su lado y un gato que lo miraba con cara de “mi vida parece bastante mejor que la tuya”. Decidió ingresar en un centro de rehabilitación para dejar atrás sus adicciones y comenzar un tratamiento psicológico. Desde entonces logró mantenerse sobrio. No le resulta fácil. “Si tuviera cuatro pintas de cerveza y media botella de vodka, podría convertir esta habitación en una maldita pesadilla en unos tres minutos. Podría destruir todo en mi vida por lo que he trabajado tan duro”, dijo el actor a The Mirror.
Durante la adolescencia también se iinscribió en dos escuelas de actuación. En ambas descubrieron su potencial y de ambas lo expulsaron por indomable. A los 21 años sus labios carnosos, los ojos entre azules y verdes, y ese aire de chico malo pero desamparado le permitieron ganar un concurso de modelaje.
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La actuación era lo suyo: su debut fue en 2001 en la serie Band of Brothers (Hermanos de sangre), pero no imagine el lector un rol protagónico ni deslumbrante. “Alguien vino a la escuela y dijo que necesitaban algo así como 500 actores”, recordaría.
Para escoger sus proyectos, Tom tiene un método bastante más original: se lo deben contar en un minuto. Lo que más impresiona de este actor es su capacidad de transformación. No solo modifica su típico acento inglés cada vez que el personaje lo requiere, sus cambios físicos son increíbles de tan creíbles.
Se sabe que Hardy puede ser un tipo de carácter difícil. Tuvo problemas con Shia LaBeouf y con el director mexicano Alejandro González Iñárritu. Durante el rodaje de El renacido la forma de quitarse la tensión era luchando con Iñárritu en la nieve. El actor reconoce: “No tengo ningún amigo, no los mantengo, ni les doy bola con sus problemas. Me gusta estar solo. Tengo un perro y dos hijos. Mi perro jamás hará nada que me moleste, y mis hijos tampoco”.
Su amor por las mascotas es casi tan legendario como sus transformaciones físicas. Asegura que no puede ni quiere vivir sin un perro a su lado. “¡No es una obsesión! Yo amo a los perros. Son criaturas especiales. Me encantan todos los animales, pero creo que los perros son simplemente fantásticos”; “Los perros harían cualquier cosa por ti, y nosotros los llevamos a la peluquería”. Cuando sale de su casa les deja el televisor prendido para que no se sientan solos, y lo acompañan a bares y galas. Es embajador de Battersea Dogs and Cats Home, una ONG que asiste a los animales y suele ayudar a personas a realojar a perros rescatados. En La Entrega, terminó adoptando al cachorro pit bull que aparecía en la película. Tuvo un labrador, llamado Mad Max, que murió en 2007, y que lo llevó a aceptar protagonizar la película solo como homenaje a él. Las cenizas de Mad las guarda en una urna arriba de su sofá favorito.
Con 44 años, Hardy levanta suspiros pero no hay muchas chances: está casado con Charlotte Riley. La pareja pasó por el altar en 2014 y ya son padres de dos niños. “Me encanta mi trabajo, pero todavía me gusta más ser padre. No hay trabajo más duro en todo el planeta, y más importante, que ser padre”.