La figura de Donald Trump ha demostrado ser un potente revulsivo contra la apatía de los votantes estadounidenses, movilizados en masa en medio de un clima de ansiedad, ilusión y cierto miedo para dar su veredicto sobre el presidente. El próximo martes 3 de noviembre decidirán si Trump es un paréntesis, un accidente de la historia, una aberración quizás, o bien si le dan su aval para continuar y que sus políticas dejen una huella visible en el país y su lugar en el mundo. Lo quiera o no, estas elecciones, como todas cuando uno de los dos candidatos se sienta en la Casa Blanca, van a ser un referéndum sobre el presidente.
ESTE MARTES 3 DE NOVIEMBRE EE.UU DECIDIRÁ TRUMP ES ES UN PARÉNTESIS, UN ACCIDENTE DE LA HISTORIA
Trump no inventó ni provocó la grave división de EE.UU. Cada cuatro años, los cronistas nacionales e internacionales levantan acta de su agravamiento. Trump más bien se valió de ella para ser elegido y estos cuatro años la ha convertido en su seña de identidad. No es descartable que esa polarización, que ha unido a los demócratas como nunca bajo el propósito de derrotarle, sea lo que le saque de la Casa Blanca.
El presidente celebró cuatro mítines en Pensilvania y en Michigan, donde en el 2016 ganó por poco más de 10.000 votos y donde ayer Barack Obama participó por primera vez en un acto con Biden, mientras su aspirante a vicepresidenta, la afroamericana Kamala Harris, hacía campaña en el sur. La estampa de ambos actos no podía ser más distinta.
Mítines masivos de grandiosa puesta en escena y música atronadora en el caso del republicano, que se recarga de energía al constatar la adoración que le profesan sus seguidores. No cree que estas convocatorias, su hábitat político ideal, supongan un riesgo para la salud y, con 230.000 muertos, Trump solo habla de la pandemia para hablar de sí mismo o quejarse de que los medios traten el tema para, según él, perjudicarle. Ni una palabra para las familias de los fallecidos o los enfermos. “Covid, Covid, Covid”, se queja el presidente, que ha llevado a una nueva dimensión sus insidias sobre la pandemia al decir que las cifras de muertos están hinchadas con la complicidad de los médicos para ganar más, algo rotundamente desmentido por asociaciones profesionales y científicos.
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Frente estas imágenes, Biden se ha mantenido firme en la apuesta por celebrar actos pequeños, con invitación, que a menudo los votantes siguen en sus coches para respetar las normas de distancia social. “Ya conocemos a Joe, no necesitamos verlo”, decía uno de sus simpatizantes en enero, durante las primarias demócratas, para explicar la floja asistencia a sus mítines. Conocen a Biden y conocen a Trump.