El ‘monstruo de los Andes’ que asesinó a más de 300 niñas

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Pedro Alonso López el ‘monstruo de los Andes’ que asesinó a más de 300 niñas
Pedro Alonso López el ‘monstruo de los Andes’ que asesinó a más de 300 niñas

Caminaba tranquilo buscando a su próxima víctima en un supermercado de Ambato. Puso sus ojos en una niña de 12 años, la cogió en su brazos y salió corriendo del lugar. Los gritos de la madre alertaron a los clientes y a los trabajadores. Justo cuando estaba fugando con la menor fue atrapado y entregado a las autoridades. Acababan de evitar la muerte de Marie, quien habría sido víctima de Pedro Alonso López, más conocido como ‘el monstruo de los Andes’, un secuestrador que violó y mató a más de 300 menores en Colombia, Ecuador y Perú.

DESAPARECIÓ HACE 23 AÑOS SIN DEJAR RASTRO. LA INTERPOL LO SIGUE BUSCANDO

Nació un 8 de octubre de 1948 en el municipio colombiano de Venadillo, Tolima. Era el séptimo hijo de 13 hermanos. Tuvo una infancia infeliz: su madre era prostituta y, al vivir en una casa de una sola habitación, solo una cortina separaba el lugar del trabajo sexual de la mujer con el espacio donde dormían sus hijos, así que era común que escuchara los gemidos con los parroquianos.

A los 9 años intentó violar a su hermana menor, cuando su madre se enteró, lo botó de la casa. Se convirtió en un vagabundo por las calles de Bogotá. Fue violado constantemente por hombres que supuestamente quisieron ayudarlo y tuvo que aprender a sobrevivir: peleaba con cuchillos, fumaba pasta básica de cocaína, robó en viviendas y buscó comida en la basura.

A los 12 años, Pedro creyó encontrar una salida cuando fue adoptado por una pareja de estadounidenses. Estaba sociabilizando con su nueva familia y sus nuevos amigos, pero un profesor de la escuela lo violó y decidió regresar a las calles. Se prometió que no regresaría más a una casa adoptiva y volvió a delinquir.

A los 21 años fue condenado a siete años de prisión por robo. En la cárcel, se convirtió en el juguete sexual de los presos, pero se cansó de la situación: degolló a sus agresores y se dio cuenta del placer que le causaba asesinar.

 

VIAJE A PERÚ

Al cumplir su condena y quedar libre, Pedro viajó a Ayacucho, Perú. Elegía a las niñas andinas “que tuvieran los ojos más inocentes”, explicó en su detención, y les ofrecía regalos para que lo acompañaran al campo.

Ya alejados de los pueblos, comenzaba su ritual.

Luego de ultrajarlas, las estrangulaba para matarlas; practicaba necrofilia con sus cuerpos ya sin vida, y los escondía o enterraba para no ser descubierto. En su visión, no secuestraba a niñas blancas porque “sus padres vigilaban demasiado”, por eso se dirigía a las menores andinas.

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Se conoce que en Perú mató a cerca de 100 niñas de entre 9 y 12 años, y allí se comenzó a llamar como el ‘monstruo de los Andes’.

Un grupo de pobladores ayacuchanos sospechaban de él hasta que lo capturaron cuando quiso raptar a una menor.

Los indios en el Perú me habían atado y enterrado en la arena hasta el cuello cuando se enteraron de lo que les había estado haciendo a sus hijas. Me habían cubierto de miel y me iban a dejar para ser devorado por las hormigas, pero una señora misionera americana vino en su jeep y les prometió que me entregaría a la Policía”, contó.

Había visto la muerte de cerca como tantas veces en las calles bogotanas.

La misionera y él se alejaron. Ella lo dejó marchar. Pero existe la otra versión: lo llevó a las autoridades peruanas, pero como no les interesaba lo que sucedía con las comunidades indígenas en Ayacucho lo terminaron deportando a Ecuador. Allí, Pedro escapó y se estableció en Ambato.

 

ASESINATOS EN ECUADOR

Entre 1978 y 1980, el número de desapariciones de niñas estaba en aumento en Colombia y Ecuador. Para los policías de estos países esto se trataba por el aumento de la trata de personas y la esclavitud sexual y jamás se fijaron en un asesino en serie como el ‘monstruo de los Andes’. Hasta 1980.

Una riada que inundó la ciudad ecuatoriana arrojó a la luz cuatro cuerpos de niñas desaparecidas que los forenses determinaron que habían sido asesinadas. Esto generó una alerta y una investigación para dar con el criminal, pero había un problema: no tenían a ningún sospechoso, ni mucho menos algún dato.

 

CAPTURA, DETENCIÓN Y LIBERTAD

Las búsquedas continuaron en Ecuador para dar con el homicida, pero las pistas eran inconclusas y se estrellaban con un sinfín de dudas. Hasta que el ‘monstruo de los Andes’ cometió un error cuando quiso raptar a la niña Marie en el supermercado.

Fue capturado, pero no quiso confesar los delitos. Él era el culpable, pero mantuvo la boca cerrada por varios días. Los investigadores revisaron el caso para encontrar una salida y se encontraron con la fe católica que profesaba con mucho ahínco. La única solución fue conversara con el sacerdote Córdoba Gudino. Allí, frente a él como en un confesionario en una inglesa, le contó todo.

Me ha confesado actos tan horribles, bestiales y violentos que no podía seguir escuchándole. Primero violaba a las niñas y luego las estrangulaba mirándolas fijamente a los ojos porque en ese instante la excitación sexual y el placer llegaban su máximo punto, antes de que su vida se marchitara”, dijo el cura, quien no salía de su asombro.

Fue sentenciado a 16 años de cárcel, que en en 1980 era la pena máxima en Ecuador por delitos de ese tipo. Estuvo preso hasta 1994, lo extraditaron a Colombia para que sea juzgado, pero el magistrado lo halló “demente”, y por lo tanto, inimputable. Fue enviado a un hospital psquiátrico donde permaneció cuatro años, le impusieron una fianza de cincuenta dólares, la obligación de un tratamiento psiquiátrico y un seguimiento mensual de su caso ante una autoridad judicial. Nunca cumplió nada. Apenas lo liberaron, el ‘monstruo de los Andes’ desapareció y se desconoce su paradero desde 1998.

Cuatro años después, en 2022, la Interpol emitió una orden de búsqueda y captura contra Pedro Alonso López por las similitudes con el asesinato de una menor en El Espinal, una de las zonas donde captaba a las niñas. Y en 2012, en el municipio colombiano de Tunja se halló a otra menor degollada. Los asesinatos siguieron el mismo ‘modus operandi’ que el ‘monstruo de los Andes’.