Judy Garland, la tormentosa vida de la estrella de Hollywood

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Judy Garland
Judy Garland

Como Marilyn Monroe, murió en el baño de una sobredosis de pastillas. Judy Garland recorrió por última vez el camino de baldosas amarillas pero no volvió a Kansas ni se la llevó un torbellino, como en ‘El mago de Oz’. Tenía 47 años recién cumplidos, pero antes del medio siglo, el jilguero de Hollywood ya había vivido unas cuantas vidas.

UNA VOZ MARAVILLOSA Y UNA VIDA DE HUMILLACIÓN, ABUSOS, DROGAS Y ALCOHOL

Judy Garland, de cuyo nacimiento se cumplen 100 años, estaba destinada a ser una estrella total, dotada de un gran talento interpretativo y de una prodigiosa voz.

Cuando Louis B. Mayer, el mandamás del Metro, la escuchó cantar, le hizo un contrato de larga duración con la MGM. Era 1935, Judy Garland tenía 13 años. Debutó en un corto y su futuro era prometedor, pero el inicio de su carrera estuvo marcado por la indeterminación. «No sabían qué hacer conmigo porque te querían o con cinco años o con dieciocho, sin nada en medio. Bueno, yo estaba en medio», reconoció Judy Garland. Vio la luz en las comedias juveniles de la época, sobre todo con ‘Thoroughbreds don’t cry’ y la serie de Andy Hardy (que en España se tradujo como ‘Andrés Harvey se enamora’), compartiendo protagonismo con otro de los más prolíficos actores infantiles de Hollywood, Mickey Rooney, con quien coprotagonizó nueve películas. Luego llegó ‘El mago de Oz’ y su carrera despuntó.

El jilguero, criado en cautividad, echó a volar, pero nunca muy lejos de la jaula en la que había crecido. Judy Garland tenía 16 años, pero su Dorothy debía aparentar doce. Por entonces ya era adicta a las pastillas, que Metro Goldwyn Mayer le proporcionaba para no acusar el exigente rodaje.

Vestida de azul y con sus cotizados chapines rojos, Garland sufrió el azote de Louis B. Mayer, que acentuó su inseguridad al llamarla «mi pequeña jorobada» durante el rodaje de la película, uno de los grandes logros del technicolor de la historia del cine. Por la película, la actriz ganó un Oscar especial, pero también infinidad de problemas. Su tendencia a engordar la sometió a una vigilancia constante por parte de productores y directivos de MGM, que le impusieron una estricta dieta a base de lechuga y sopas que reforzó su ansiedad e incrementó su adicción al tabaco, llegando a consumir ochenta cigarrillos al día.

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La actriz nunca se recuperó de un tortuoso rodaje en el que otro ejecutivo la llamó «cerdo con coletas» y los Munchkins, esos enanos que poblaban el mundo ficticio del filme, se propasaron con ella.

Durante la década de los cuarenta, participó en musicales como ‘Las chicas de Ziegfeld’, ‘For me and my Gal’, ‘Mi cita en San Luis’ o ‘El pirata’, pero sus altibajos terminaron rompiendo una cuerda que llevaba años tensa. Su traumática infancia no mejoró con el tiempo, y abocó a la también cantante a un sinfín de trastornos, con anorexia y problemas psicológicos que solo trataba de suplir a base de alcohol.

 

Cinco matrimonios y un sinfín de amantes

 

Se refugió en Broadway y en el trabajo, llegando a dar más de mil conciertos en toda su vida, incluida su legendaria actuación en el Carnegie Hall. También en el amor, acumulando cinco matrimonios, uno por cada década desde 1941. Uno de ellos con el padre de los musicales modernos, Vincente Minelli, con quien tuvo una hija, la también actriz y cantante Liza Minelli, y el último con Mickey Deans, un traficante que terminó por quebrar a la frágil Judy Garland. Entre medias, buscaba el afecto en lo efímero de las relaciones esporádicas, que encontró en los brazos de conquistadores al acecho como Artie Shaw, Frank Sinatra, Tyrone Power, Orson Welles o Yul Brynner.

 

Adicta a las drogas y al alcohol

 

Incapaz de dormir, Judy Garland se volvió adicta a la morfina, lo que sumado a su dependencia de la cocaína y del alcohol provocó su destitución de la película ‘Vuelve a mí’. A sus órdenes, Judy Garland regresó al cine en uno de sus mejores papeles, en ‘Ha nacido una estrella’ (1954), donde además de mostrar su privilegiada voz y su habilidad para el baile demostró su talento para el drama, toda vez que el protagonista, un actor en declive y alcohólico, se parecía más a ella que a James Mason.

Se ausentó de nuevo durante casi una década, hasta que volvió de manera triunfal con un desgarrador papel secundario en ‘¿Vencedores o vencidos?’ (1961), en la que le acompañaba Montgomery Clift, otra estrella alicaída..

Como el ‘Over the rainbow’, Judy Garland siguió cantando toda su vida la «canción triste» hasta el final de sus días en Chelsea, donde murió en 1969.

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