El Papa consagrará Rusia para evitar una catástrofe

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El Papa consagrará Rusia para evitar una catástrofe
El Papa consagrará Rusia para evitar una catástrofe

Francisco consagrará Rusia y Ucrania a la Virgen María el próximo 25 de marzo, un gesto que evoca una de las peticiones de la Virgen de Fátima a los pastorcillos, en 1917. «Si se escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá y tendrán paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia», contaron los niños que les había dicho la Virgen en una aparición.

FRANCISCO PONDRÁ EN PRÁCTICA LO QUE  PIDIÓ LA VIRGEN DE FÁTIMA EN LAS APARICIONES

Los pequeños se llamaban Lucía, Jacinta y Francisco, y pensaban que Rusia era «una mujer de mala vida». «No sabíamos que existía una nación con ese nombre», confiaba décadas más tarde Lucía, la mayor de los videntes. «El viernes 25 de marzo, durante la Celebración de la Penitencia que presidirá en la basílica de San Pedro, el Papa consagrará al Corazón Inmaculado de María, Rusia y Ucrania. El mismo acto, ese mismo día, será realizado en Fátima por el cardenal Krajewski, como enviado del Santo Padre», ha anunciado ayer el Vaticano. Aparentemente se trata de una solicitud de los obispos de Ucrania al Papa Francisco.

La historia de los tres pastorcillos de Fátima y de las visiones que tuvieron en la Cova da Iria de Portugal es una de las más apasionantes del siglo XX. La primera fue el 13 de mayo de 1917; y la última, el 13 de octubre de ese mismo año. Una de ellas evocaba Rusia. Se trata de la aparición del 13 de julio, en la que la Virgen María transmitió a los pequeños «tres secretos», que fueron dándose a conocer poco a poco. El primero fue una visión del infierno; el segundo, una profecía sobre la primera guerra mundial, y el tercero, el martirio de millones de cristianos, y un ataque contra el Papa. En aquella ocasión, la Virgen María les anunció que más adelante «vendré para pedir la Consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado, y la Comunión reparadora de los primeros sábados».

Doce años más tarde, el 13 de junio de 1929, dos de los tres videntes habían fallecido a causa de la gripe española y la tercera se había hecho monja y vivía en el Carmelo de Tuy, en España. Sor Lucía asegura que ese día se le apareció de nuevo la Virgen María. «Ha llegado el momento en el que Dios pide que el Santo Padre haga, en comunión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado».

Pío XI, que recibió ese mensaje en 1930 a través de un obispo, decidió esperar. Años más tarde, en 1942 Pío XII consagró el mundo a la Virgen María, y diez años más tarde, consagró Rusia. Pero de modo incompleto, pues no fue en comunión con los demás obispos del mundo. Sí que pudo seguir las instrucciones de Sor Lucía Juan Pablo II, que la convocó el 25 de marzo de 1984. «Del hambre y de la guerra, libéranos. De la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable, de todo género de guerra, libéranos», clamó Juan Pablo II el 25 de marzo de 1984 en la plaza de San Pedro, ante una imagen de la Virgen de Fátima.

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Quienes prepararon la oración de Juan Pablo II no querían mencionar a Rusia, para no resultar molesto al Patriarcado de Moscú. Por eso, el entonces Papa improvisó unas palabras: «Ilumina especialmente a los pueblos que esperas que te consagremos y te confiemos». Francisco será mucho más directo el día 25, pues consagrará explícitamente tanto Rusia como Ucrania.