La cumbre en Madrid de la próxima semana marca un giro en la historia de la OTAN, una Alianza puesta en entredicho tras el colapso de la URSS, su principal objetivo, pero que en la capital española vivirá una especie de refundación para adaptarse a un escenario bélico sin precedentes desde el final de la Guerra Fría.
LA INVASIÓN DE UCRANIA LLEVA A LOS ALIADOS A DEFINIR A RUSIA COMO UNA AMENAZA DIRECTA
Los 30 aliados se reúnen en estado de máxima alerta militar por la invasión rusa de Ucrania y dispuestos a embarcarse en una fulgurante carrera de armamento para convertir la parte oriental de Europa en un fortín con miles de soldados y un gran despliegue de material militar en previsión de un posible ataque del presidente ruso, Vladímir Putin. La OTAN quiere lanzar el mensaje de que se encuentra en pie de guerra y lista para responder a cualquier agresión contra cualquiera de sus miembros.
La cita en la capital española (del 28 al 30 de junio) tiene como trágico e ineludible telón de fondo la guerra lanzada por Rusia contra Ucrania, una agresión de un país contra otro de una magnitud inédita en territorio europeo desde el final de la II Guerra Mundial. La tensión geoestratégica entre las grandes potencias, como consecuencia de la agresión rusa, alcanza cotas prácticamente olvidadas desde la crisis de los misiles en Cuba o la crisis del canal de Suez. Y la OTAN quiere aprovechar la cumbre de Madrid para reajustar sus fuerzas ante un escenario de potencial conflagración, redefinir su estrategia para el futuro y dar un impulso a la inversión nacional en defensa y a la financiación conjunta de la Alianza.
Las negociaciones sobre el alcance de la respuesta militar que se anunciará en Madrid proseguían el sábado en la sede de la Alianza en Bruselas, con los aliados del este pujando por un salto espectacular en la presencia de tropas en su territorio. El resultado, según fuentes aliadas, se plasmará en la actualización de la llamada “Postura de defensa y disuasión”, basada, entre otras cosas, en el conjunto de armamentos y de tropas disponibles para que la OTAN pueda responder a las posibles amenazas contra la seguridad del área euro-atlántica.
Fuentes aliadas al tanto de la negociación indican que “algunos países quieren pasar de la presencia actual en el este de la Alianza, formada por grupos de combate, a una dimensión de brigadas”. Los grupos actuales están formados por entre 1.000 y 1.600 soldados y el cambio a brigada podría, como mínimo, duplicar esa cifra. La nueva unidad implica, además, mayor autonomía de actuación y armamento más sofisticado.
Las mismas fuentes añaden que los aliados más próximos geográficamente a la amenaza rusa incluso quieren elevar la postura defensiva a la categoría de divisiones al mando de generales, una unidad militar que puede contar hasta con 15.000 efectivos.
Jamie Shea, analista especializado en Defensa del instituto Friends of Europe y antiguo portavoz oficial de la OTAN, cree que “el principal debate en Madrid será entre los aliados de Europa del Este, a los que les gustaría transformar los batallones en brigadas fuertemente armadas estacionadas de manera permanente en sus territorios, y aliados, como EE UU o Alemania, que prefieren continuar con la estrategia actual de fuerzas en rotación, que son reforzadas en caso de crisis o conflicto”.
En 2017, tres años después de la anexión rusa de la península ucrania de Crimea, la OTAN desplegó por primera vez tropas en los países del Este con un grupo de combate en Polonia y otro en cada uno de los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania). Esas unidades, según las cifras de la Alianza, suman ahora casi 5.000 efectivos, aunque se están reforzando desde la entrada del Ejército ruso en Ucrania el pasado mes de febrero de este año.
La Alianza, además, dobló en marzo su presencia en los países vecinos, con otros cuatro de combate destinados, uno por país, a Hungría, Rumania, Eslovaquia y Bulgaria. La organización calcula que en estos momentos hay unos 40.000 soldados aliados a sus órdenes. Además, las fuerzas aéreas de los aliados en el este se cifran en 130 aviones de combate en estado de máxima alerta. Y en el mar, 140 buques de guerra. La presencia de tropas estadounidenses en suelo europeo también ha aumentado en cuestión de meses de 70.000 a 100.000.
Junto al nuevo salto en las posiciones defensivas, la cumbre de Madrid se replanteará todo su futuro a la vista de un mundo en el que ha regresado la competencia estratégica entre poderes antagónicos, una situación que parecía superada tras el fin de la Guerra Fría. “La cumbre de Madrid es decisiva y transformadora para la OTAN”, valora el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, durante una entrevista con EL PAÍS celebrada el pasado viernes en la sede de la Alianza. “Será una cumbre histórica por muchas razones”.
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En la capital española se aprobará un nuevo Concepto Estratégico, el documento que periódicamente actualiza las prioridades de la OTAN tras cambios tan importantes en la seguridad como el provocado por la guerra de Putin. El “Concepto de Madrid”, como se le denomina ya extraoficialmente, entierra los lazos tendidos hasta hace poco hacia Moscú, según fuentes conocedoras de su contenido.
El anterior Concepto aseguraba que “Rusia no supone ninguna amenaza” y consideraba de “importancia estratégica” la colaboración de la OTAN con Moscú. Ahora, Rusia pasará a ser clasificada como una amenaza directa e inminente, según las fuentes consultadas por este diario. La nueva etiqueta revela la inquietud ante un posible ataque de Putin contra alguno de los aliados, un zarpazo que podría desencadenar una escalada armada global entre las principales potencias nucleares del mundo.